jueves, 2 de octubre de 2008

sierva


Victoria Rigiroli



Sólo incertidumbres envuelven a esta obra. No podemos citar con precisión su título ni su fecha de composición que, según algunos expertos, podría situarse en algún momento del primer cuarto del SXVII. El autor, por otra parte tampoco puede ser determinado con total seguridad, documentos tardíos señalan, indistintamente a un tal Jan Van Areim y a un tal Otto Eringer.

Sea quien sea el responsable del cuadro, distintas fuentes coinciden en señalar una curiosa historia que hace a su contexto de creación: ya sea Jan, u Otto, al parecer el pintor trabajó durante nueve años en su obra, sobre el mismo lienzo, día a día se abocaba febrilmente a terminarlo; frustrado por lo que se le presentó como una imposibilidad absoluta, finalmente se habría quitado la vida bebiendo la mortífera mezcla de todas sus pinturas. Sólo quedó como pista de las razones de su dramática decisión, una carta en la que culpaba al cuadro, lo acusaba de mutar permanentemente por sí solo; lo que había empezado siendo la modesta reproducción de un cervatillo salvaje pastando en el bosque, destinada, quizás, a adornar el lujoso living de algún burgués gentilhombre, mutaba sin su intervención, todos los días, por las noches, hasta acabar siendo esa suerte de doncella de mirada indolente que lo juzgaba sin cesar al tiempo que le ofrecía indecentemente las desnudeces de su cuerpo. Nada pudieron hacer sus pinceles, cada vez más frenéticos y decididos, para romper con la voluntad de la obra; día tras día buscaba deshacer lo que el cuadro hacía de sí mismo por las noches, día tras día comprobaba que todo esfuerzo, por descomunal que fuera, era absolutamente en vano.

Finalmente, convencido de la completa inutilidad de la voluntad humana en el arte, nada tenía más sentido para él que el suicidio.

Los contemporáneos al autor, aseguran los registros, no se animaron a declararlo insano, al parecer, un detalle inquietante en la obra se los impedía, un ligero matiz, un pequeño cambio, algo apenas perceptible en la superficie del cuadro.

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